Saga Fundación
Memoria Histórica
Long time ago, un visionario... ¡Espera!
Long time ago un visionario muy observador, llamado Hari Seldon, se percató de que las ventas de cárnicos del imperio estaban siendo inexplicablemente mermadas, situación muy grave que a corto plazo provocaría que los niños creciesen raquíticos no siendo lo suficientemente fuertes como para sostener la economía del Imperio que, básicamente, era la de manufactura de esclavos. Esta pérdida de la la principal fuente de riquezas imperial sería el origen de treintamil años de anarquia parlamentaria desencadenante de la destrucción de la vida, el universo y todo. Así que, ávido de aburrimiento y lleno de ganas de malgastar su vida, dedicó su existencia a la búsqueda de técnicas encaminadas a conseguir el abaratamiento de los productos derivados de la carne creando con ello una ciencia. Esta ciencia, denominada psico-carnicohistoria, fue durante siglos la encargada de analizar los efectos de la falta de proteínas en el cerebro, empleando complejísimas formulas matemáticas que nunca funcionaban para predecir futuros problemas gastrointestinales en la población. De paso, en sus ratos de desahogo intestinal libres creó la psicohistoria, más generalista e importante que la anterior, pero que quedó relegada al no tener nada que ver con la carne.
Esto vendría a ser un resumen global, inconcreto, falso e impreciso, por lo que va a ser imprescindible que leas los libros en el siguiente orden si quieres llegar conseguir spoilers cerebrales de manufactura propia antes de que hagan las películas:
Fundación.
Hari Seldon, también conocido como el Cuervo Seldon debido a su extraña costumbre de sentarse sobre las ramas de los árboles y graznar, despliega todas sus artes amatorias persuasorias y logra convencer al emperador Cleón de que lo mejor que puede hacer con el apestoso planeta de la periferia llamado Términus es hacerlo explotar donarlo en favor de la psico-carnicohistoria. El minúsculo planeta, que hasta entonces había sido empleado como almacén de pescado (de ahí el calificativo de apestoso) pasó así a ser la residencia habitual de de un importante grupo de personas, compuesto por fornidos jovenzuelos con estómagos llenos de carne y gentes de mal vivir que basaban toda su actividad en mirar mientras los anteriores se encargaban del trabajo duro. Una vez finalizadas las obras de desescombro de vísceras de pescado, el tedio les hace dedicarse con ahínco a la creación de una enciclopedia galáctica que se encargue de catalogar y clasificar las carnes, pero este trabajo les lleva apenas dos meses, por lo que deciden dedicarse a la ganadería. Crecían, comerciaban y engañaban a los cuatro reinos planetarios cercanos, hasta que un buen día uno de esos reinos, movido por el deseo de ser el único poseedor de todas las existencias de mousse de encéfalo vacuno, criadillas y demás productos con efectos laxantes, intentan invadir Términus. Los terminianos, de naturaleza estreñida, optan por oponer la más dura de las resistencias ante el ataque enemigo y les envian un regalo llamado "Vaca de Troya", nombre sutil del que el enemigo no se percata. La victoria de los terminianos es aplastante si bien se producen bajas como la del propio Seldon, cuyas arterias sufren una última obstrucción en la cena de celebración de la victoria.
Por suerte para todos Seldon, que sabía que no había nadie tan listo como él, había invertido sus dos años de vida en Términus en fabricar una cosa holográfica que se activarse en momentos críticos para la psico-carnicohistoria, momentos que, debido a un exceso de dramatismo y de ego, había llamado Crisis Seldon. Así pues, cuando las ventas de verduras, pescado o productos light aumentaban, Seldon se aparecia para recordar a sus video-oyentes que si él hubiese estado allí eso no hubiese sucedido porque él era más inteligente. Esto hace al lector formularse dos preguntas:
1º ¿Cómo demonios sabía antes de morir en qué momentos se producirían las crisis?.
2º Y si sabía lo de las crisis y demás, ¿por qué demonios no avisaba antes?.
Fundación e imperio.
Varios años después de la muerte de Seldon los habitantes de Términus, cansados de las mofas holográficas del difunto, guardan su invento en una cueva, de tal modo que su segundo mensaje es presenciado únicamente por dos murciélagos y varios quesos de Cabrales.
Mientras tanto, un par de enamorados viajan en su nave espacial a través de los cielos escuchando la radio (sí, la radio, has leído bien; en el futuro las antenas tienen más cobertura). Según las noticias todo el imperio está pasando a ser propiedad de un tal "El Mulo", el kilo de patatas está por las nubes, alguien ha descongelado por fin a Walt Disney, y el tendido eléctrico de una ciudad ha caído produciendo serios apagones. Alarmados por la idea de la resurrección de Disney los navegantes espaciales huyen hacia un planeta desconocido del que nadie ha oido hablar nunca, donde viven unos cinco mil millones de humanos. Allí encuentran a un ser antropomórfico -que es antropomórfico precisamente porque es humano- que dice ser "El Bufón" a pesar de que su carnet de conducir especifica claramente que su nombre es "Magnífico" (padres crueles, ¡¿cuántos hay?!). La feliz pareja, que necesita a alguien que le limpie su nave espacial es increiblemente solidaria, decide llevarse consigo al pobre bufón, que malvive a costa del subsidio por desempleo que le ha quedado tras tres años de servicio humorístico a "El Mulo".
Por otro lado, ¿o no? "El Mulo" ha conquistado la Fundación entera echando a perder el plan alimentario de Seldon, y ahora está buscando la 2º Fundación (que es una fundación secretísima aunque la conoce hasta el malo) para derrotarla. En este momento Seldon vuelve a aparecer, pero falla en la predicción al decir sin pudor alguno que un villano llamado "La Vaca" se dispone a conquistar la fundación; por suerte para él su holo-trasto sigue confinado en una cueva, por lo que el ridículo no es tan grande como se podría haber esperado. "El Mulo", por su parte, mientras que encuentra la 2ª Fundación y no, se entretiene haciendo sucumbir a todos los planetas por los que va pasando la pareja de antes (¡coincidencias de la vida!).
Segunda Fundación
Ambientado cinco años después del libro anterior, éste narra la búsqueda por parte de "El Mulo" de la Segunda Fundación. "El Mulo", que tiene en su poder la que fuese sede de la Primera Fundación, Términus, envía a un subordinado -previo lavado de cerebro- y a un sospechoso voluntario a buscar la Segunda Fundación creada por Seldon. Por desgracia para él se muere cinco años después sin haber conseguido nada más que gastarse cantidades industriales de dinero en combustibles de nueva generación; y es que la Segunda Fundación está muy bien escondida porque quienes la gobiernan y componen son personas con grandes poderes mentales. Por otra parte hay también un montón de ociosos más buscando la Segunda Fundación animados por los rumores de que los productos cárnicos de ésta son aún más beneficiosos para el tránsito intestinal que los de su antecesora. Al final hay una filtración a la prensa galáctica y todo el mundo se entera de en qué planeta estaba.
Los límites de la Fundación
Golan Trevize, un consejero de la Primera Fundación, convencido que la Segunda todavía existe, es lanzado al espacio estelar por decisión publica a fin de localizar su ubicación. Por el camino Golan entabla una bonita relación con una mujer que, agradecida por sus atenciones, le presenta a un peculiar caballero muy interesado por un planeta llamado Tiera, Tiesa o algo así. Golan, muy dado a los deliros compartidos, decide llevarse como copiloto al susodicho personaje y dirigirse a Tiera, Tiesa,... o como sea, convencido de que allí encontrará la Segunda Fundación. Lo más cerca que llega a estar de su objetivo es a varios metros, pero no la ve; de hecho, ni siquiera se percata del intenso olor a mollejas y callos que caracteriza a la Segunda Fundación. Golan y su copiloto pasan así un largo rato deambulando por la galaxia -con un montón de sucesos banales como telón de fondo- hasta que por fín consiguen un rumor fresquito para alimentar sus delirios: las gentes (¿Cómo que qué gentes?...¡Unas!,... ¡Qué mas te dá!) hablan de un planeta en el que, según las leyendas, quien entra no sale. Es más, dicen que incluso el poderoso Mulo intentó conquistar ese planeta, mas las tropas enviadas no regresaron nunca. "Allí debe estar la Segunda Fundación" -pensó Golan haciendo un gran esfuerzo lógico- y hacia allí se encaminan.
Cuando llegan, tras una larga espera, un chica de buen ver (o al menos eso es lo que dice el libro), aborda la nave en la que van Golan y el Tierrófilo y se los lleva al planeta ... bueno, a un planeta, donde descubren algo horrible: la paz suprema. La chica, Bliss, les comenta que allí todos viven en la más absoluta y clamorosa de las paces, rodeados de optimismo, buen rollo y amor libre. En definitiva, el planeta era una comuna hippie de tamaño descomunal. A partir de ahí Trevice se ve obligado a tomar una dificil decisión: debe elegir entre vivir bajo la política de la Primera Fundación, donde la existencia gira en torno a los filetes y el colesterol; mudarse a la Segunda Fundación, donde te ofrecen los beneficios derivados del lavado de cerebro y el control mental a base de psicotrópicos; o quedarse en la comuna hippie gigante -Gaia- y pasarse todo el dia meditando. Al final tomó la misma decisión que tomarías tú.
Fundación y Tierra
Un tiempo después de haber tomado la decisión adecuada, el meditabundo Trevize, un poco cansado de tanta felicidad decide dedicar algunos de sus esfuerzos a seguir buscando aquel famoso planeta innombrable. El Tierrófilo, por razones obvias (hay que darle vueltas al nombre), decide acompañar al aventurero y Bliss, que necesita cambiar de aires y de compañeros de juegos de mesa se apunta al nuevo viaje. Por alguna extraña razón, el Tierrófilo acostumbra a cargar a sus espaldas una enciclopedia de tamaño descomunal cuyas tapas son de uno de los metales más pesados de por entonces: el cartón brillante. Dicho mamotreto, a pesar de tener 1352 páginas, no contiene más información que tres coordenadas escritas en Times New Roman 6.
Para que la existencia del Tierrófilo no siga siendo tan miserable como a primera vista parece, Golan Trevice decide hacerle un favor y utilizar sus coordenadas como guía de su ruta. Es de Esta manera como llegan al primero de los tres superplanetas megachachis: el planeta Aurora.
Este primer planeta, Aurora, está habitado por los descendientes de todos esos cachorritos que acercaban a los humanos de siglos antes meneando la colita, que dormían con ellos, que les daban lametazos..., aquellos perritos que habían salido a pasear cubiertos con impermeables, que llevaban lazos en la cabeza a pesar de sus atributos masculinos, aquellos que respondían a nombres como "Cariñitos", "Besitos" o "Bigotitos"...Si, eran ellos, sus tataranietos. No es de extrañar que el recibimiento fuese consecuente con el pasado: nada más poner un pie en el planeta, cientos de perros rabiosos intentan devorar a los protagonistas. Por desgracia suerte Bliss, que está muy instruída en las artes de la doma, les hace retroceder a golpe de fusta.
Asustados tras el feroz recibimiento, los protagonistas deciden poner pies en polvorosa y probar suerte con las siguientes coordenadas. Llegan así a un planeta llamado Solaria cuya población se divide en dos tipos: robots y humanos hermafroditas locos, todos ellos poseedores de claros síntomas de esquizofrenia, paranoia y fobia social.
Los solarianos han desarrollado en sus cuellos -artificial y voluntariamente- unos tumores de tamaño descomunal que les permiten conectarse a Internet y jugar al ordenador mientras mantienen largas conversaciones sobre Dragones y Mazmorras con seres de otras galaxias, al mismo tiempo que deciden de qué personaje de dibujos animados van a disfrazarse al día siguiente. Asimismo, han logrado controlar a toda una legión de robots y han renunciado involuntariamente al sexo. Los intrépidos viajeros son invitados por uno de ellos, un tal Bander, a tomar un tentenpié en casa de este, si bien la casa tiene tantos pasillos y habitaciones que cuando por fin logran encontrar el comedor los canapés saben tan mal que Bliss no tiene más remedio que asesinar al anfitrión, no sin antes descubrir que el planeta innombrable era ni más ni menos que la Tierra.
Pues volviendo al asesinato, Bliss se percata de que Bander es una madre soltera (o padre soltero, porque con los hermafroditas nunca se sabe) y, puesto que la Ley de Servicios Sociales del planeta especifica que los huerfanitos deben ser violentamente masacrados por una marabunta de robots locos, decide llevarse al niño (o niña, porque con los hermafroditas nunca se sabe) con ellos.
A pesar de los antecedentes, los intrépidos navegantes espaciales deciden probar suerte con las terceras coordenadas llegando así a un desértico planeta -Melpomenia- parecido a Marte pero lleno de musgo asesino en lugar de arena. Allí encuentran una librería que, en vez de libros, tiene una estatua gigante llena de coordenadas nuevas y cuyos cuartos de baño están tan sucios que al utilizarlos se pillan una infección en los trajes espaciales. Por razones obvias no les gusta tampoco este planeta, por lo que apuntan todas las coordenadas y se van en su nave espacial. El tierrófilo, que sabe mucho de números porque es el campeón de Sudokus de su pueblo, hace unas cuentas y deduce cuáles pueden ser las coordenadas de la Tierra, que es a fin de cuentas lo que llevaban buscando desde hacía ya un par de libros; mas en lugar de al planeta elegido llegan a Alfa Centauri. El planeta en cuestión está plagado de agua y de personas de todas las razas imaginables: de hecho hay hasta un hermafrodita verde fosforito. Todos allí parecen muy amables y de hecho lo son: les dan de comida, agua, ropa, combustible, un virus letal, pipas, chocolatinas...etc. Como resulta bastante obvio que aquellos individuos no eran la Fundación anhelada (eran demasiado feos, sobretodo el tipo verde fosforito) los viajeros abandonan el lugar. Estando ya un poco hasta las narices de tanto viaje, deciden hacer un último intento y, haciendo uso de las únicas coordenadas que venían en rojo, llegan al Sistema Solar donde comienzan la búsqueda empezando por el último planeta (que antes era Plutón, pero ahora ya no lo es, así que hay que quemar el libro). Cuando por fin encuentran la Tierra descubren que esta es radiactiva, no tiene oxígeno y huele mal, por lo que se van a la luna donde encuentran a un robot; un robot más importante que cualquier otra cosa en el universo, más importante incluso que el Sepso que se llama R. Daneel Olivaw. El robot, programado en modo egocéntrico-nivel cuatro, les comenta que es el creador de todo, y ahí se acaba la historia.
¡Ah, no! No se acaba aquí: Ahora, como si hubiésemos caído en una fisura espaciotemporal, nos movemos a fechas anteriores a la creación de las ya mentadas fundaciones.
Preludio a la Fundación
Hari Seldon, un simpático joven de aproximadamente 40 años, se dirige Trántor para participar en las "Cuadragesimosegundas Olimpiadas de Sudoku Infantil del Universo Conocido" representando a su pueblo. Lamentablemente, no consigue ganar las olimpiadas al ser derrotado en cuartos de final por una dulce niñita de 6 años. Avergonzado y lleno de ira tras su derrota no tiene más remedio que crear algo que le sirva para vengarse de todos y de todo: una ciencia que predice nuestro comportamiento proteínico y que determina todo lo que debemos consumir a lo largo de nuestra existencia sin posibilidad alguna de variación.
La idea causó cierto estupor entre sus camaradas científicos: "¿Quiere eso decir que mañana no puedo comer salchichas?", "¿Tengo que cenar pollo aunque sea mortalmente alérgico?", "¿Es necesario acabar de la forma más violenta posible con todos los vegetarianos del universo?"... Cientos y miles de preguntas sonaron en el aire y Sheldon sólo tenía una respuesta para todas: "Sí".
Esto disgusta enormemente al primer ministro, un tal Eto Demerzel, que por algún extraño motivo acostumbra a alimentarse exclusivamente
de pilas y gasolina, por lo que decide apoderarse de la psico-carnicohistoria para sustituir el choped por el 3 en 1, y las albóndigas por las tuercas de camión.
El pobre Hari se ve obligado a escapar, si bien aprovecha al máximo su huída y de la que corre hacia su nave engancha del brazo a una moza del pueblo y a un niño al azar y los convierte en su esposa y en su hijo adoptivo respectivamente. La rapidez en la decisión, como es de suponer, acarrea consecuencias negativas: el niño es un quinqui y la esposa un robot. Pero el pobre Sheldon, de naturaleza resignada, asume su destino y comienza a cambiar los preservativos que no utiliza normalmete por comodísimas mallas metálicas y encierra al niño en un cuarto de la nave por los siglos de los siglos amén.
Como guinda del pastel, cuando por fín llega a la nave se encuentra allí a un robot, Daneel Olivaw, que ha decidido okupar su vehículo. Y Sheldon, de naturaleza pringado sacrificada, decide llevárselo como copiloto. Al final, Hari Seldon descubre que Daneel y Eto son el mismo ser (o aparato) y que lleva 20.000 años vigilando todas las carnicerías y mataderos del Universo.
Hacia la Fundación
Diez años después de las "Cuadragesimosegundas Olimpiadas de Sudoku Infantil del Universo Conocido", Seldon es el elegido para sustituir al primer ministro Eto Demerzel, que según los rumores fue visto por última vez subiendo a una nave con un tipo que arrastraba a una mujer y a un niño.
Su mandato no es lo que sus súbditos se esperan y su popularidad desciende estrepitosamente cuando decide constituir la octava Santa Inquisición de la historia, cuyos resultados se acaban asemejando a los obtenidos por sus siete predecesoras. Estos hechos desencadenan el resultado más lógico en una sociedad civilizada: el intento de asesinato. Su mujer -un electrodoméstico de lo más útil- consigue salvarle la vida, pero es descubierta por los inquisidores que deciden llevarla a una fundición (que no Fundación) de metales y convertirla en la tercera esposa líquida de la historia. Por otra parte, su hijo adoptivo sale igualmente mal parado en una reyerta callejera originada por la legitimidad de unas chuletas de cerdo, y su nuera y su nieto sufren un accidente de tráfico al circular ambos ebrios por el interior de un agujero negro. Por último, su mejor amigo, afectado por el Síndrome del Cubículo Crónico decide poner fin a su vida ingiriendo todas las chinchetas de su centro de trabajo.
Al pobre Seldon solo le queda una nieta de lo más rarita, que es capaz de usar una serie de peculiares poderes mentales para conseguir cárnicos cada quince minutos, por lo que decide dejarse morir.
Este punto coincide con el primero de los libros escritos con lo cual, debido a la necesidad de seguir un cierto orden cronológico, es completamente necesaria una segunda lectura del mismo. Y así para siempre. Es más, debes hacer exactamente lo mismo con este artículo. Así que ... ¡Vamos, empieza a leer!