La isla del doctor Moreau

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Al pisar un pie en la isla, es menester olvidarse de la depilación. Éste trío lo sabe a la perfección.

La isla del Doctor Moreau, es una zona paradisíaca, ubicada en el Océano Pacífico. Es un lugar salvaje e intrigante, por lo cual varios turistas de la isla pueden salir satisfechos o ser expulsados con un rabo entre las patas por mal comportamiento. De hecho, uno de los turistas que más atención le llamó ese lugar fue Herbert George Wells, realizó una crítica respecto a su fundador, porque no era convincente el servicio de atención ni para él, ni para su amigo el Hombre Invisible. La Isla se divide en dos zonas, la primera dedicada a recibir un tratamiento de calidad los animales autóctonos y mascotas; mientras que la zona restante, se dedica a darle atención médica a sus turistas humanos.

Palabras claves al ingresar a la isla

  • La ley: Es la ley. Los habitantes que la transgreden son en general, sujetos que devoran conejos hasta quedarse con sus patas. Probablemente lo hacen para adquirir buena suerte.
  • Moreau: Es un puto gordo decadente que dice haber sido un gran actor en sus años gloriosos. Afirma haber tenido destacados papeles en El Padrino y en Rebelde sin Causa, pero seguro que como chochea se lo inventa. El caso es que ese tipo es el fundador del establecimiento, imagina cómo funcionará la cosa. Hombre seguro de su masculinidad al punto de ir vestido con unos faldamentos blancos y cubrirse la cara con una pamela, como si de la Reina de Inglaterra se tratase. No interrumpan sus obras o terminarán impresionados de recibir una asistencia involuntaria.
  • Animales: Hay multitud de animales en la isla... algunos de estos animales parecen personas, algunas de las personas de la isla parecen animales y algunas de las personas que parecen animales son en realidad atrabiliarios ultras de equipos de fútbol o seguidores de ideologías Alt-right. Pero esa no es la cuestión: ¿Quién será de la fauna de ésta isla el más fiel? ¿El perezoso o el San Bernando?. El San Bernando tuvo parentescos con ciertos monjes o pianistas. Pero el perezoso, por sus carácter de vagancia, puede colaborar en acabar con puercos que se ríen como hienas. Conclusión, el perezoso gana la contienda. Sé perezoso, leyendo ésto.
  • Transmutación: Moreau dice ser el impulsor de la transmutación, algo que la alquimia ha logrado con resultados poco sastifactorios, perdiendo algún que otro la cabeza en el progreso, pero en realidad todos sabemos que se trata de zoofilia. Él siempre se ha defendido diciendo que sus filmaciones del proceso no eran zoofilia, sino documentales que ha intentado vender a distintas televisiones públicas para que las emitan en horario infantil. El caso es que no ha tenido éxito, pónganse en lo peor.

Reseñas

Testimonio según Wells

El ideal erótico de La Tigresa del Oriente

H.G. Wells dejó su reseña en Google bajo el burdo pseudónimo de "Edward PrenDICK" (siempre le gustó hacer chistes de penes). Como era el tipo de verborreico, la reseña dio incluso para una novela.

Ahí donde lo ven tan intelectual como era, Wells suspendió en una ocasión el semestre en geología. No pudo evitar verter copiosas lágrimas, y por ello pasó las vacaciones en la costa, para que estos llantos babosos se esparcieran más rápido. Tan atribulado estaba que incluso se puso a practicar surf usando una tabla rasa, para olvidarse del pasado. En una de éstas se vio envuelto en un temporal, naufragando. Si bien fue socorrido por un delfín, éste no era de los que llevan a los náufragos a la costa, sino de los otros, los delfines hijoputas, que gustan de llevarles mar adentro para ver como se hunden mientras ellos -los delfines- dan palmas y se descojonan de la risa. No obstante nuestro héroe fue rescatado por un barco que pasaba por allí y mientras recuperaba la consciencia le saludaba un tal Wilson, que era bastante redondo su aspecto y a un tal Montgomery que lo reanimó haciéndole el boca a boca (y eso a pesar de que ya estaba despierto hacía tiempo). Ambos, Wells (o PrenDICK) se dirigieron a una isla sin nombre donde trabajaba Montgomery con los animales que transportaban en el buque.

Ahí conoce al Doctor Moreau, el gordo seboso del que hablábamos en el apartado anterior, quien decía llevar a cabo investigaciones -ejem- en la isla. Después de descargar a los animales del barco, llevan a PrenDICK a una habitación exterior del recinto en el que viven. PrenDICK, que estaba descubriendo nuevas formas de amor, siente una gran curiosidad por los animales, especialmente después de que le impidan el acceso a la parte interior del recinto sin explicarle por qué. PrenDICK de repente recuerda que había oído hablar antes del tal Moreau, eminente fisiólogo en Londres antes de que un periodista expusiera sus pretensiones de retar a Dios sobre quién creaba animales más raros que los Echidna huevones.

No, no es tu tía Pichi, es el Doctor Moreau

Tras una noche de mojitos en la playa, PrenDICK despierta a la mañana siguiente escuchando los berridos del Puma Rodríguez al son de Pavo Real. Viendo la puerta de la parte interior del recinto desbloqueada se dice ¡ésta es la mía!, entonces penetra en la zona prohibida donde encuentra una forma humanoide vendada sobre la mesa, lo que le hace sospechar que quizás lo que oculte la isla sea la trastienda de un bazar chino donde trafican con riñones humanos o semihumanos. Como no es recomendable meterse con los científicos chiflados, decide retirarse. Entonces, temeroso, se plantea la posibilidad de que Moreau se dedique a viviseccionar seres humanos y de que él sea un chango que baila por plata. Es por eso que huye hacia la jungla, donde se encuentra con un hombre-mono (a quién no le ha pasado) que le lleva a una colonia de seres que son considerados los primeros furros de la historia. El líder del grupo, un gran ser gris llamado el Predicador de la Ley, le explica que el jugo de tomate los torna salvajes. Uno de ellos es el hombre-buey, que como todo bovino macho, aun castrado y todo, porque si no sería el hombre-toro, se vuelve loco con el color rojo. Esta gente tan peculiar le anuncia a PrenDICK anunciaron que la Ley implica una sanción coactiva a través de dos premisas: la primera es respetar la ley (vaya una cosa). La segunda, que es igual que la primera, es respetar la ley (¿eins?). Moreau entonces es atacado por el Puma Rodríguez como venganza por una lesión sufrida por su inseparable Pocho la Pantera, salpicando su sangre (una imitación de la salsa de tomate), tornándolo más agresivo que la costumbre. Por suerte para él, Moreau se escapó de la zona este de la isla, y se cambió de nombre, siendo conocido en lo sucesivo como Carmen de Mairena.

Montgomery por su parte terminó lleno de arañazos (debió ser atacado por el hombre-araña) al anochecer. PrenDICK se fue así como disimulando y pegando el culo a la pared, antes de observar que actuar como El Leviatán de Thomas Hobbes no era la mejor opción para apaciguar el conflicto. De este modo, regresó a la civilización, donde sus acontecimientos narrados por él eran ridículos. Así que decidió dedicarse a ver las constelaciones para publicar su experiencia y motivarse para obtener el renombre sin percatarse de ser uno de los padres de la Ciencia Ficción. Obras posteriores fueron usadas como bromas radiofónicas. La intención es lo que vale.

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Testimonio según Simpson

A diferencia de la estadía de Wells en la isla, Moreau, tras removerse las canas de Vito Corlonoe y broncearse de más, estaba preparado para su retorno. Debido a que su plan fracasó por hacer vivicciones con animales, decidió hacer la inversa. Es decir, que los homo sapiens saquen su bestia interior. Los primeros experim... turistas intrépidos fueron los habitantes de una ciudad amarilla llamada Springfield. Uno de sus habitantes más reconocidos, fue junto a su familia, a la isla. Lo primero que notó es que su esposa no era agresiva en la cama.

¿Quién fue el científico el que se le ocurrió, acabar de una vez por todas, la timidez de mujeres conservadoras? El mismo Hilbert Moreau. Para lograrlo administró a la mujer de la familia un suero azul a través de su tinte para el pelo, modificando su apariencia y comportamiento hacia algo que, digamos, resultaba más salvaje. El marido se sorprendió y acojonó al verla como su "gatita". Desesperado terminó en un bosque, lo cual es muy frecuente con aquellos que siguen el estilo de vida americano. Cada momento era una agonía en la selva, hasta que encontró a su insufrible vecino, quien se había sometido voluntariamente para transmutarse en vaca, quien le malinterpretó el Lactatio Bernardi‎, para otorgarle bendiciones a sus fieles. Ya acompañado de su bovino personal, el señor se encontró con ladrones transmutados en sus mapaches, oficiales en cerdos y su primogénito en un maldito insecto: en otras palabras, se sentía como en casa.

Al anochecer, el hombre se planteó dos opciones: la primera era escapar de ese zoológico e irse solo hasta que los marcianos nos invadan y debamos asearnos en lodo para ocultarnos. La segunda, muy arriesgada, era transformarse en un animal sin raciocinio, repleto de grasa, dormir una temporada entera sin trabajar...¡Qué rayos, quitando lo de no trabajar, no notaría ningún cambio!. De este modo, decidió quedarse permanentemente en la isla. Es más, hasta invitó a uno de sus ex vecinos, un tal George H. W. Bush, a alojarse también allí para convertirse en una monada. Uno de los hijos de este último fue expulsado del lugar por exceder los estándares de animalidad.

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Burdos intentos de imitaciones

La isla de los Famosos Monstruosos. Ver el programa reiteradas veces, puede conllevar al espectador a estar interesado en la transespecialidad.

Son innumerables las cantidades de archipiélagos que intentaron sin resultados satisfactorios, en igualar el prestigio de la isla. Un ejemplo de ello, fue el logro de un fiel seguidor de Moreau, llamado Doctor Agor. No obstante, el nivel de visitas tenía un nivel paupérrimo, por lo cual la transformó en un estudio de filmación, creando animaciones stop-motion utilizando los cadáveres de los isleños. Agor, fue en consecuencia, el creador de aquel musical de The Nightmare Before Christmas. En épocas contemporáneas, se formularon diversos debates respecto a si los animales debían ser considerados mutantes. De acuerdo a un pelón influenciado por Martin Luther King, los consideraba como uno de los suyos, donde inclusive invitó a un babuino canadiense.

La isla de los famosos: Las productoras de reality shows televisivos, seducidas por el potencial atractivo para el público de la idea de ver en una isla cochambrosa a seres a medio camino entre bestias y humanos devorándose, refocilándose y sodomizándose unos a otros por la supervivencia en pos de un más que dudoso premio final. En realidad el premio en sí mismo es un subterfugio, lo que buscan los concursantes -celebrities en decadencia- es algo todavía más improbable: el relanzar sus patéticas carreras como figuras públicas, figuras públicas en lo relativo al arte de tocarse los cojones en la mayoría de los casos, que los más de los que ahí participan no saben ni hacer la O con un canuto, que por algo están ahí.

Entre los participantes más reputados se hallaban infraseres animalescos como Bigote Arrocet, cuyo mayor mérito previo era estorbar en las películas de Chiquito de la Calzada y hacer pasar a este último por un buen actor, y Leticia Sabater polifacética y polivalente presentadora, cantante e incluso escritora que se caracteriza por mantener el mismo nivel de calidad en todas estas disciplinas: ninguno, es más cutre la pobre y la venden en un bazar chino. En posteriores ediciones el programa contó con la presencia de Pocholo, lo cual supone un importante subidón de calidad aristocrática, pero como el programa ya no se realizaba en una isla, pues se nos acaban las excusas para hablar de él en este artículo.

Véase también