Glorias pasas

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Este artículo está dedicado a la memoria de <inserta tu nombre aquí>
quien desgraciadamente se encuentra aún entre nosotros.
Nuestras condolencias a su familia y amigos en estos momentos tan difíciles.

Cita3.png¿Recuerdas?Cita4.png
Glorias pasas en cualquier momento, en cualquier lugar.
Cita3.png¡Nací en la generación equivocada!Cita4.png
Mocoso de 15 años adicto a las glorias pasas.
Cita3.pngEso (inserta cosa vieja aquí) si que era genial, no como la basura de (inserta cosa nueva o actual hoy).Cita4.png
Frase común de un adicto a las glorias pasas en la sección de comentarios o un programa de radio o TV.
Un adicto a las frutas momentos antes de tomar su dosis diaria.

Las Glorias Pasas: la fruta prohibida que te hace añorar los buenos viejos tiempos... o eso crees. Estos pequeños frutos del pasado son como una droga para nostálgicos, capaces de transportarte a una época en la que la música era más auténtica, las películas eran mejores y los políticos... bueno, quizás no tanto. Se rumorea que estas frutas diabólicas están detrás de algunos de los males de nuestra época, como la Guerra en Ucrania (¡quién no ama una buena guerra retro!), la victoria de Donald Trump (porque nada dice "Make América Great Again" como una pasa caducada) o el ascenso de la Alt-Right (¿quién necesita ideas nuevas cuando puedes aferrarte a las de siempre?).

Pero ¿cómo es posible que algo tan aparentemente inofensivo como una pasa pueda causar tanto daño? Bueno, todo comenzó cuando los expertos de South Park decidieron investigar a fondo estas frutas y, voilà, ahora todo el mundo sabe qué son las Glorias Pasas. Y gracias a ellos, también sabemos que la recesión, el coronavirus y la falta de creatividad en la industria cultural han convertido esta adicción en una pandemia peor que la gripe en invierno.

Algunos de los síntomas de la intoxicación por Glorias Pasas incluyen:

  • Nostalgia extrema: Te encuentras añorando el pasado y crees que todo lo retro es genial.
  • Negacionismo: Niegas cualquier crítica a las Glorias Pasas y acusas a otros de ser "poco auténticos" o "demasiado progres".
  • Adicción a la repetición: Escuchas las mismas canciones de los 80 una y otra vez, y crees que la quinta parte de Indiana Jones es tan buena como la primera.

Así que, si notas alguno de estos síntomas, es hora de hacer un detox de Glorias Pasas y buscar ayuda profesional... o simplemente admitir que eres un nostálgico empedernido. ¡Tú decides!

Descripción

Estas frutas aparentemente inofensivas, que crecen en periodos de crisis, han logrado desencadenar una serie de desastres en la humanidad. Su influencia es tan vasta que parece que el mundo entero se ha vuelto loco por el pasado. Políticos como Ronald Reagan, Stalin, Mussolini y Hitler encontrarían un caldo de cultivo perfecto para sus ideologías retrógradas. ¡Es como si el mundo hubiera decidido retroceder en el tiempo y revivir los buenos viejos tiempos... o no tan buenos, dependiendo de quién seas fan!

Por efecto de las Glorias Pasas lo de la izquierda pasó a la derecha.

En el mundo del entretenimiento, estas frutas han causado estragos. Las sagas de películas se prolongan indefinidamente, como en el caso de Star Wars, que en lugar de quedarse en una trilogía, se ha convertido en un imperio galáctico interminable con secuelas y precuelas que parecen no tener fin. ¡Es como si George Lucas hubiera dicho "¡Hey, tengo una idea! ¡Vamos a hacer una película sobre un chico que tiene un sable de luz y luego... y luego... y luego...!"! Rick Astley volvió a la cima gracias a los trolls de internet que se divierten con su música. ¡Es como si la humanidad hubiera decidido que "Never Gonna Give You Up" es la canción perfecta para torturar a los jóvenes!

Las adaptaciones de clásicos de los 70, 80 y 90 han invadido la pantalla grande y pequeña, desde Tron: El Legado hasta las nuevas versiones de Rocky y Creed, pasando por remakes de Disney como El Libro de la Selva y Cenicienta. ¡Es como si Hollywood hubiera decidido que la creatividad es sobrevalorada y que lo mejor es explotar franquicias establecidas! La música también ha sido víctima de esta nostalgia, con artistas como Dua Lipa y Lady Gaga resucitando la música disco de los 70. ¡Es como si la humanidad hubiera decidido que la música de los 70 es la única que vale la pena escuchar!

ABBA ha vuelto con nuevo material y remixes de sus clásicos, y listas de reproducción en Spotify y YouTube como "2000llenials" y "La bola Disco" son todo un éxito. La gira "90's Pop Tour" es un ejemplo de cómo la nostalgia puede ser rentable, al punto de musicalizar eventos importantes como la Independencia. ¡Es como si la humanidad hubiera decidido que la mejor manera de celebrar la libertad es cantando "Media Naranja" de Fey!

La tecnología no se ha quedado atrás, con el lanzamiento de Android 12 con su tema retro "Material You" y la creación de consolas retro como Nintendo Classic Mini y PlayStation Classic, que usan tecnología avanzada para emular consolas antiguas. ¡Es como si la industria tecnológica hubiera decidido que la innovación es sobrevalorada y que lo mejor es revivir los buenos viejos tiempos! Los videojuegos clásicos también han sido remasterizados y relanzados, desde Mario hasta Final Fantasy, lo que ha generado guerras de fans que discuten cuál es la versión original o la mejor. ¡Es como si la humanidad hubiera decidido que la mejor manera de pasar el tiempo es discutiendo sobre videojuegos de hace 30 años!

En resumen, estas frutas han logrado que el mundo se vuelva loco por el pasado, y su influencia parece no tener límites. La nostalgia se ha convertido en una industria rentable, pero también puede ser un arma de doble filo que puede generar rechazo y crítica si no se maneja con cuidado. La pregunta es, ¿hasta dónde llegará esta obsesión por el pasado? Solo el tiempo lo dirá, pero mientras tanto, podemos disfrutar de la ironía de ver a jóvenes bailando al ritmo de "YMCA" de los Village People. ¡Es como si la humanidad hubiera decidido que la mejor manera de vivir es reviviendo los buenos viejos tiempos!

Historia

Las pasas, esas pequeñas frutas del diablo, se cree que son más viejas que la humanidad misma. Y vaya que han hecho estragos en la historia. Empecemos por los romanos, que estaban tan ocupados recordando la gloria de Julio César que no se dieron cuenta de que los godos estaban a punto de destruir su imperio. ¡Qué gran estrategia! "Hey, vamos a recordar los buenos tiempos mientras nos invaden".

Y luego, en el siglo XIX, los españoles estaban tan drogados con pasas que no se dieron cuenta de que Simón Bolívar y sus amigos estaban planeando independizar a América Latina. "¡Viva España! ¡Viva Felipe II! ¡Y viva la independencia de nuestros vecinos!".

Después vino el Romanticismo, una epidemia de pasas que hizo que los europeos se enamoraran de la Edad Media y los Vikingos. Y, por supuesto, esto llevó a la Primera Guerra Mundial. "¡Vamos a luchar por la gloria de Carlomagno! ¡Y por la poesía de Lord Byron!".

En Rusia, el zar Nicolás II se drogó tanto con pasas que no se dio cuenta de que los comunistas estaban a punto de derrocarlo. "¡Viva Iván el Terrible! ¡Y viva mi reinado!". Y en China, las pasas y el opio debilitaron al país de tal manera que los japoneses y europeos pudieron invadirlo sin problemas. "¡Viva la dinastía Qin! ¡Y viva la humillación!".

Hitler declarando la guerra al País de las Sandías

La Gran Depresión y la inestabilidad de las democracias liberales de los años 1920 desató una epidemia de adictos a las Glorias pasas, lo que provocó que llegaran al poder personajes como Adolf Hitler, Stalin o Benito Mussolini. "¡Viva la gloria del pasado! ¡Y viva la dictadura!".

En los años 80, Ronald Reagan y Margaret Thatcher llegaron al poder gracias a las pasas. Y en los 90, el Unabomber se volvió loco con las pasas y empezó a explotar cosas y personas para regresar a la Edad de Piedra. "¡Viva la simplicidad! ¡Y viva la anarquía!".

En los 2000, George Bush Hijo ganó las elecciones gracias a las pasas, y Osama Bin Laden planeó el atentado contra las Torres Gemelas para regresar a la época de los califas islámicos. "¡Viva la yihad! ¡Y viva la destrucción!".

En los 2010, la derecha alternativa y Trump llegaron al poder gracias a las pasas. Y en los 2020, las pasas se aliaron con el coronavirus para causar estragos en todo el mundo. "¡Viva la conspiración! ¡Y viva la desinformación!".

Afortunadamente, unos investigadores de South Park descubrieron las pasas y nos advirtieron sobre sus efectos. Aunque, como la serie no se emite por TV abierta, muchos no se enteraron. "¡Viva la ignorancia! ¡Y viva las pasas!".

En resumen, las pasas han sido la causa de muchos males en la historia. Así que, si quieres evitar que el mundo se vaya al garete, ¡no comas pasas! O, al menos, no comas demasiadas. ¡Viva la moderación! ¡Y viva la cordura! (justo antes de que las pasas te hagan olvidar lo que estás diciendo).

Síntomas de un adicto

¿Conoces a alguien que parece vivir en el pasado? ¿Alguien que te hace sentir como si estuvieras atrapado en una máquina del tiempo que solo va hacia atrás? ¡Cuidado! Puede ser un adicto a las Glorias Pasas. Aquí te presento los síntomas:

Ejemplo de adicta a las Glorias Pasas.

1. Idealización: El pasado es mejor que el presente (y el futuro también) Nuestro adicto ve el pasado como un paraíso perdido donde todo era mejor. La música era más auténtica, la comida era más sabrosa y los políticos eran más honestos (o al menos, eso cree). Si mencionas algo malo que pasó en el pasado, te dirán que "Todo tiempo pasado fue mejor" y que no hay que fijarse en los detalles. Por ejemplo, recordarán la emoción de jugar con el PlayStation original, pero omitirán el hecho de que Bill Clinton tuvo un pequeño problema con una intern o que los atentados del 11-S fueron un punto de inflexión en la historia mundial. ¡No importa! El pasado es sagrado.

2. Monotemática: El pasado es el único tema de conversación Nuestro adicto no puede dejar de hablar del pasado. En las conversaciones cara a cara, en WhatsApp y en redes sociales, siempre encuentra una manera de sacar a relucir sus historias favoritas de los ochentas o noventas. Los que no han sido afectados se enteran y dicen cosas como "¡Este imbécil otra vez con sus ochentas!" o "¡Este ruco noventero ya me trae harto!" Pero nuestro adicto no se da cuenta. Para él, el pasado es el único tema que importa.

3. Creer que no puede cambiar ahora: La excusa perfecta para no hacer nada Nuestro adicto usa el pasado como excusa para no cambiar su vida. "La economía no es como en los noventas", dice, y por lo tanto, no hay que esforzarse por mejorar. Despilfarra su dinero, se queda en un trabajo mediocre y se queja de que la vida es injusta. ¡Pero es que la vida era tan buena en el pasado! ¿Para qué cambiar?

4. Pulsar el botón de atrasar: La obsesión por el pasado Sin importar el tema de conversación, nuestro adicto siempre encuentra una manera de sacar a relucir su conocimiento del pasado. Habla de jardinería y de repente te cuenta toda la historia de la agricultura en la antigua Mesopotamia. Habla de perros y te dice que Beethoven tenía un perro llamado Robby que era idéntico al suyo. ¡No importa el tema! El pasado es el protagonista.

En resumen, si conoces a alguien que parece vivir en el pasado, que idealiza los tiempos pasados y que no puede dejar de hablar de ellos, ¡cuidado! Puede ser un adicto a las Glorias Pasas. ¡No te dejes atrapar en su máquina del tiempo!

Tratamiento

192px-Star of life2.png Advertencia: Inciclopedia sí da consejos médicos (no como Wikipedia), gracias al gentil auspicio del
Dr. Leandro Gao y su staff de enfermeras.

¡Oh, la maldita plaga de la adicción a las Glorias Pasas, una aflicción tan potente que hace que la cocaína parezca un simple subidón de cafeína! Esto no es solo un antojo de nostalgia; es una dependencia absoluta, que encadena a sus víctimas a un pasado teñido de rosa con un agarre más fuerte que un niño pequeño aferrándose a un caramelo. La tragedia se agrava porque vivimos en un mundo prácticamente empapado en este jarabe sentimental. Tratar a un adicto es como intentar desintoxicar a un amante del whisky en una ciudad donde cada farola es una destilería. ¡Pero no desesperes! Con un toque de astucia y una pizca de sátira, podemos intentar liberar a estas pobres almas de sus grilletes sepia. El éxito no está garantizado, pero el esfuerzo es noble, y la posible recompensa—una mente liberada de la tiranía del ayer—es nada menos que revolucionaria.

Esto jamás aparecerá en ningún homenaje a los Años 80.

Comienza atrayendo al adicto a una trampa disfrazada de un acogedor paseo por el carril de los recuerdos. Invítalo a ver documentales “serios” sobre esas supuestas épocas doradas que idolatra. Tiende el anzuelo de “revivir los buenos viejos tiempos”, y morderá como pez tras un señuelo brillante. Mientras se acomoda, deja que la pantalla revele los horrores sin filtro de la historia: la segregación brutal del Apartheid, los enfrentamientos tensos de la Guerra Fría, el espectro siempre presente de la aniquilación nuclear y un desfile de guerras civiles que acapararon titulares por todas las razones equivocadas. Añade los golpes económicos—el Reaganomics, las crisis petroleras de los 70, la caótica caída de Rusia en los 90 y el fiasco de la deuda latinoamericana. No olvides los conflictos de los Balcanes, la epidemia del SIDA y los reinados de puño de hierro de dictadores como Castro, Mao, Franco, Videla y Pinochet. Ah, y remata con el devastador colapso de las Torres Gemelas. Para cuando terminen los créditos, su nostalgia estará temblando, si no completamente destrozada, al darse cuenta de que el pasado fue menos una edad dorada y más un incendio global.

A continuación, ármate con tomos pesados—ensayos serios, informes y libros que desglosan la calidad de vida en esos días pasados. Deja que el adicto examine las crudas realidades: libertades y comodidades que ahora damos por sentadas, como la comunicación global instantánea o los derechos civiles básicos, a menudo eran sueños imposibles entonces. El contraste dolerá, obligándolos a enfrentar la incómoda verdad de que su amado pasado era una pesadilla logística comparada con la utopía habilitada por Wi-Fi de hoy.

Para un enfoque más práctico, llévalos a una tienda de electrónicos y deja que los brillantes dispositivos hagan su magia. Pide a un vendedor que muestre los últimos smartphones—esas maravillas de bolsillo que hacen que los torpes teléfonos de disco de antaño parezcan reliquias de museo. Observa cómo se les cae la mandíbula al descubrir aplicaciones, cámaras y potencia de procesamiento que podrían haber enviado astronautas a Marte en los 80. El deslumbramiento tecnológico curará su añoranza o, al menos, los hará cuestionar por qué anhelan una época en que “portátil” significaba un celular del tamaño de un maletín.

Una advertencia: mantente alejado de la música moderna, por más tentador que parezca. El control de calidad de la industria discográfica se ha relajado tanto que prácticamente está de vacaciones. Exponerlos a los éxitos actuales con auto-tune podría ser contraproducente, haciéndolos correr de vuelta a su colección de vinilos con renovado fervor. En cambio, dirígete al mundo automotriz. Llévalos a un concesionario o muestra catálogos en línea de marcas asiáticas elegantes—Nissan, Honda, Hyundai, Toyota—o el estilo futurista de Tesla y los vehículos eléctricos chinos. Déjalos maravillarse con autos que no solo funcionan, sino que prácticamente piensan. La constatación de que la innovación aún prospera aliviará, aunque sea un poco, su corazón doliente.

Para los verdaderamente desesperados, considera una estrategia más audaz: infiltrarte en los extraños cultos de personalidad que rodean a Elon Musk, Vladímir Putin o Xi Jinping. Estos grupos, a pesar de su propio tufillo a obsesión por las Glorias Pasas, son curiosamente optimistas. Los seguidores de Musk adoran en el altar de la innovación, soñando con colonias en Marte y autos autónomos. Los fanáticos de Putin y Xi combinan su optimismo tecnológico con un fervor por el crecimiento económico y el ajedrez diplomático. Invita a tu adicto a una de sus reuniones, pero prepárate para los efectos secundarios: podrían emerger como devotos fervientes, soltando memes y teorías conspirativas, o peor, hundirse más en la nostalgia si la retórica del grupo se inclina demasiado autoritaria. Procede con precaución—esta cura puede ser tan arriesgada como la enfermedad.

Si todo falla, es hora de llamar a los profesionales. Un psiquiatra puede diagnosticar la profundidad de su aflicción y, si es necesario, recetar algo como Prozac. Sí, técnicamente es otra droga, pero cuando estás lidiando con un adicto a las Glorias Pasas, eliges el mal menor. La medicación podría no curarlos, pero podría atenuar el dolor lo suficiente como para mantenerlos funcionales.

Seamos claros: ninguna de estas intervenciones promete un milagro. La adicción es obstinada, y el atractivo del pasado es una canción de sirena para los de voluntad débil. La verdadera solución—aunque intenta explicárselo a un adicto—es seleccionar las mejores lecciones del pasado, no sus estéticas, y aplicarlas a un presente que avanza. Se trata de progreso, no de recreación. Pero para algunos, esta sabiduría cae como una conferencia en cantonés de cinco tonos: completamente incomprensible. Aun así, persistimos, porque liberar aunque sea un alma de las garras de las Glorias Pasas es una victoria para el futuro de la humanidad.

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