Gastronomía

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La gastronomía es parte de la historia.

La Gastronomía (del griego "gaster", que significa gánster, y "nomos", que implica nomo) es la pseudo-ciencia que estudia la inexplicable preferencia humana por atiborrarse de carbohidratos en lugar de masticar melancólicamente lechugas hidropónicas.

Esta disciplina abarca un amplio espectro de actividades que van desde saber cómo usar cubiertos correctamente sin herirse, hasta la vida empresarial que implica manejar establecimientos abiertos para la engullición pública (como restaurantes, bares, cantinas, etc.), básicamente lugares donde puedes ir a comer sin tener que cocinar tú mismo.

Además, la gastronomía no se trata solo de mezclar ingredientes a lo pendejo. Estamos hablando de conocimientos sofisticados sobre productos alimenticios, sus valores nutricionales y cómo preparar comidas sin hacer sonar la alarma de incendios. Y como la tradición es clave, uno debe estudiar los hábitos culinarios culturales y las peculiares costumbres alimentarias de todo el mundo, para no ofender al tío Xi por su gusto por la sopa de murciélago potencialmente destructora de civilizaciones.

Tipos de gastronomía

En el vasto mundo de la comida, los humanos hemos logrado la hazaña de convertir el simple acto de alimentarse en un complejo laberíntico de clasificaciones, subclasificaciones y categorías dentro de categorías dentro de categorías dentro de, etc.

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Tenemos la gastronomía nacional, donde cada país cree firmemente que su receta para freír un huevo es genéticamente superior al resto. Esto puede llevar a batallas épicas entre España y México por quién tiene derecho a llamarse dueños de la tortilla. Mientras tanto, Italia discute fervientemente si los huevos revueltos pueden considerarse "huevos revueltos italianos".
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Luego está la gastronomía internacional, o fusión que es el resultado de lo que pasa cuando a un chef se le permite hacer cualquier cosa, pero pierde los frenos inhibidores. Acá encontrarás monstruos gastronómicos como sushi de ceviche peruano en base de arroz texano y envuelta en una hoja de salteado chino, lo cual, definitivamente, NO es una buena idea.
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No nos olvidemos de la gastronomía vegetariana que es un estilo de vida que excluye la carne de los menús, pero no la sangre, la grasa u otros fluidos corporales. Los vegetarianos creen que la vida es sagrada, excepto cuando se encuentra en un plato.
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La gastronomía vegana es aún más estricta, prohibiendo no solo la carne y los productos lácteos, sino también cualquier producto que haya sido tocado por un animal, incluyendo frutas que hayan sido mordidos por un insecto. Los veganos consideran que mirar a un animal mientras se come es un acto violento, por lo que prefieren comer en la oscuridad.
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Para aquellos con bolsillos profundos y paladares pretenciosos, existe la gastronomía gourmet que es un estilo culinario elitista que implica gastar una fortuna en platillos que en realidad no se pueden comer. Estos desfiles de colores y formas son más una inversión en Instagram que un intento de saciedad. Un plato de tomate cherry pintado con aceite de hígado de trufa puede costar lo que un viaje alrededor del mundo.
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Para los ecologías tenemos la gastronomía ecológica que es un movimiento culinario que se propone concienciar a las personas sobre la importancia de cuidar el planeta... mientras se disfruta de un delicioso filete de buey. Cada bocado viene acompañado por una lección sobre los peligros del cambio climático, justo antes de ordenar el postre, un dulce que, según el chef, podría ser el último que se disfrute en caso de catástrofe ambiental.
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La gastronomía científica es la misión imposible de unir dos cosas que nunca deberían ir juntas: comida y complicadas teorías científicas. Como los platos deben ser precisamente medidos y mezclados, es lógico que se sirvan en vasijas diseñadas específicamente para esos propósitos. No se puede meter la mano, sino utilizar pinceles y pipetas como un científico loco para lograr que no sepa a nada.
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La gastronomía macrobiótica es la dieta de superhéroes que promete transformar a los mortales en seres invencibles, rivalizando con Superman. Al centrarse en los nutrientes esenciales y eliminar las toxinas potenciales, los seguidores de esta filosofía pueden esperar desarrollar una fuerza y ​​una resistencia inigualables por cualquier mortal (o kriptoniano). Aquí la grasa es la kriptonita.

Historia

Prehistoria

Testimonio iconográfico de la importancia de la gastronomía en las épocas primitivas cuando no convivíamos con vegetarianos, sino que nos los comiamos.

La historia de la gastronomía en la Prehistoria empezó cuando el Homo erectus se quemó las manos al intentar coger una manzana de un árbol en llamas hace unos 500 000-240 000 años. Así se dio cuenta de que el fuego podía cocinar los alimentos y hacerlos más ricos, sanos y con un toque ahumado que haría las delicias de los futuros hipsters. Además, el fuego podía servir para otras cosas, como calentar el agua, hacer señales de humo o dar un toque especial a las reuniones familiares cuando el tío borracho se acercaba demasiado y se quemaba los pelos del culo. Pero no todo fueron alegrías: El fuego también causó muchos problemas, como quemaduras, incendios y la invención del primer extintor de mano (también conocido como orinar en pánico).

Edad Antigua

Romanos practicando el noble arte de comer hasta reventar y vomitar para seguir comiendo. ¡Qué tiempos aquellos!

La gastronomía en la edad antigua era jugar a la ruleta rusa con tu estómago. El menú incluía lo que no te mataba al comerlo (aunque no siempre): frutas con más bichos que fruta, verduras que parecían salidas de "La Cosa", cereales tan duros que también servían de proyectiles, y carne de cualquier bicho que no corriera más rápido que .

Los egipcios inventaron el pan y la cerveza. Curiosamente, ambos tenían la misma consistencia y sabor. Los griegos crearon el tapenade de aceitunas, perfecto para disimular el sabor a calcetín de su vino. Los romanos elevaron la cocina al arte del "cómo traumatizar a tus invitados". Sus platos incluían lenguas de flamenco (porque comer animales normales era muy mainstream) y sesos de faisán (para sentirse más inteligentes por osmosis).

En China, un chino pensó que sería educativo comer con dos palitos, convirtiendo cada comida en un desafío de destreza y paciencia. Los indios intentaron envenenar la comida con cosas incomibles, pero resulta que eran especias y a la gente le gustó tener diarrea. Los mesoamericanos, aburridos de tanto maíz, inventaron mil formas de cocinarlo. Si no podías comerlo, te lo ponías de sombrero o de condón.

Las religiones, para no ser menos, se metieron en el asunto. "No comas esto, no comas lo otro, y por el amor de los dioses, deja en paz a la vecina". Los gobernantes, viendo que la gente se lo pasaba demasiado bien comiendo, empezaron a poner impuestos a todo lo que supiera bien. Y por si todo esto fuera poco, algunas culturas inventaron el ayuno porque no hay nada más valiente que pasar hambre voluntariamente mientras hueles la barbacoa del vecino.

Edad Media

La cara de "¿Tengo que comerme esto?" no ha cambiado en siglos.

Durante la Edad Media, tu comida tenía más probabilidades de matarte que la peste negra.

La dieta seguía la filosofía de "si se mueve, cómetelo", ofreciendo delicias como la sopa sorpresa (¿piedra o rata? Nadie lo sabe), el estofado de 70 animales (porque 69 no eran suficientes) y el pan con proteína extra, cortesía de los inquilinos de seis patas. Todo esto regado con un vino vintage, fermentado con los pies del indigente y las ratas locales.

La gastronomía se dividía entre ricos y pobres: los primeros presumían de platos de madera "fancy" (solo tres astillas por bocado), cocineros expertos en kung-fu anti-ratas y bufones para distraerte del sabor con chistes peores que la comida. Los pobres, en cambio, compartían un plato para toda la familia (mascotas incluidas), disfrutaban de sopa de aire con trozos de nada y se contaban chistes como "trabajando se sale de pobre" para olvidar el hambre.

La religión, para añadir diversión, prohibía comer cosas ricas en momentos específicos: los cristianos nada de carne en Cuaresma (los pobres estaban en Cuaresma perpetua), los judíos ni cerdo ni mariscos (lo más rico, vaya), y los musulmanes ni cerdo ni alcohol (buscando el paraíso en la tierra con agua, verduras y camello relleno de arena).

Renacimiento

En el Renacimiento, necesitabas toda una granja para hacer una ensalada.

Los europeos, aburridos de morir de hambre, decidieron probar cosas nuevas. El tomate, el maíz y la patata hicieron su gran debut, sin saber que estaban destinados a convertirse en los rockstars de la futura pizza, la causa secreta de la pelagra y el origen de alucinaciones (que harían parecer sobrio a Salvador Dalí).

Mientras tanto, los españoles, en un ataque azucarado, transformaron el amargo chocolate en una bomba de calorías adictiva. El resultado fue una epidemia de gorditos que hizo que los sastres del Renacimiento se frotaran las manos con glee (ya sabes cuáles acostumbraban frotarse así las manos). Los cocineros, convertidos en alquimistas, conservaban la comida con métodos que iban desde el escabeche hasta el envenenamiento accidental.

En el renacentista "cena dei fasti", los nobles italianos se reunían para disfrutar de la olla de sopa de lagarto que era servida con un toque de arroz de unicornio y un chorrito de vino de uvas plantadas sobre el Monte de Venus Santo. El postre era un crème brûlée preparado con huevos de jirafa y leche de camélido, todo ello decorado con frutas secadas en el polvo de estrellas. Los chefs de la época eran tan excéntricos como sus platos. Un famoso cocinero francés se encerraba en su despensa durante días enteros para pactar con el diablo hasta que salía con una nueva receta.

Influidos por la mitología griega y probablemente por un consumo excesivo de queso gorgonzola pasado, crearon platos como "cisnes rellenos de sorpresas". Estos galliformes gigantes contenían dentro de sí todo tipo de aves, desde patos hasta pichones, creando un efecto matróska aviar.

La moda era engañar a los invitados con comida disfrazada. Ese pescado podía ser carne, esa carne podía ser pescado, y el postre era probablemente una representación comestible del infierno de Dante, completa con almas condenadas compradas a Satanás. Los banquetes se convirtieron en espectáculos gastronómicos, con concursos de "quién come más rápido sin necesitar un exorcismo" y juegos de "encuentra la espada en el pastel".

Modernidad

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Aquí comenzó la edad de oro de la comida devoradora de estómagos. En esta época, los placeres pedestres de las comidas caseras dieron paso a un nuevo mundo de papilla procesada. Contempla el majestuoso ascenso de la hamburguesa, una abominación comestible hecha de carne prensada, conservantes y grasas trans, servida en un pan blando y cargado de sodio. ¿Y quién podría olvidar el noble perrito caliente, un tubo cilíndrico de carne misteriosa embutido en un pan untado con mayonesa y salsa de pepinillos?

Durante la Revolución francesa, cuando los sans-culottes (esos valientes muchachos sin pantalones) apenas podían permitirse el lujo de un alimento sólido fuera del pan, negro, se les ocurrió la idea de probar el pastel que María Antonieta les ofrecía. Así la alta cocina dejó de ser el secreto mejor guardado de la aristocracia por el que perdían la cabeza y nacieron los primeros restaurantes para el pueblo llano (para el pueblo llano que pudiese pagar)

En la Revolución Industrial los obreros tenían que comer carbón por la nariz. Fue gracias a Nicolas Appert, quien inventó los enlatados, que los obreros pudieron comer las latas, lo que era bueno para su dieta de hierro pero malo para todo lo demás, unos años después, gracias al que inventó las abrelatas, pudiendo comer lo que tenían dentro.

La literatura gastronómica floreció, pasando de simples recetarios a obras de "investigación" donde la gente escribía páginas y páginas sobre cómo masticar correctamente el tocino sin tener dientes. Destacan obras de Brillat-Savarin (1826), un jurista que se volvió de juez normal a juez de concurso de comer (aunque casi siempre es al contrario) y de Alejandro Dumas (padre) con su "Diccionario de comida que no me ha matado" publicado póstumamente porque sí lo mató.

Cocina molecular moderna.

En 1990 la Guía Michelin dio origen a la insufrible élite de los gourmets quienes se pasaron la vida viajando por el mundo solo para descartar la mayoría de los restaurantes con garabatos desdeñosos, provocando suicidios en masa de chefs inexpertos quienes no sabían preparar comida sobre los neumáticos de la guía. Pero la verdadera revolución llegó con la llegada del horno microondas (en 1522 .|.), un aparato capaz de convertir ingredientes saludables en una pasta blanda y sin sabor en cuestión de segundos.

Tras esto, la gente se dio cuenta de que sus papilas gustativas los habían traicionado y se comprometieron a expiar su error comprando col rizada orgánica a 20 dólares la bolsa. La quinoa se convirtió en un alimento básico, aunque su valor nutricional real era básicamente el mismo que el del arroz blanco común y corriente.

Mientras tanto, los campesinos que comían su porquería procesada miraban a estos vanguardistas con una mezcla de desdén y envidia. ¿Cómo podían permitirse una comida tan elitista con sus salarios de clase trabajadora? Todo era tan ilógico, todos persiguiendo el sueño de una salud y un bienestar perfectos a través de superalimentos ridículamente caros.

Diversidad geográfica

África

Desde saltamontes a la parrilla hasta el inesperado manjar de ser comida para león, nunca hay un bocado desperdiciado. Por lo general, el plato principal consiste en una mezcla desconcertante de verduras misteriosas, frijoles y, si uno tiene suerte, algo que alguna vez tuvo pulso.

Las regiones del noroeste del continente se especializan en jorobas de camello servidas con arena. Mientras tanto, los africanos occidentales han perfeccionado el arte de freír todo, desde plátanos hasta políticos. En cambio, África oriental se enorgullece de su cocina Jiko, que consiste en meter piedras dentro de intestinos de cabra y asarlos a la parrilla en pozos abiertos mientras la cabra intenta saltar fuera. Es gastronomía y entretenimiento familiar. Mientras tanto, en el África subsahariana, usan termitas como condimento porque les gusta la comida picante.

Asia

Gastronomía japonesa: Una buena manera de comer sushi para algunos...

Las principales son las cocinas del Sureste Asiático (la china, la japonesa e india), porque el resto de Asia no existe en su mapa gastronómico afortunadamente. Desde sushi que aún se mueve hasta sopas que te miran de vuelta, la cocina asiática es un relato de terror lovecraftiano para el paladar. El plato principal suele consistir en una cantidad microscópica de carne rodeada por un océano de arroz (el arroz es el 199% de la dieta asiática).

En el este de Asia, se especializan en envolver cosas en algas y llamarlo delicadeza. Los del sudeste asiático han perfeccionado el arte de hacer que todo sepa a coco y chili. Mientras tanto, en el sur de Asia, si tu curry no te hace llorar, sudar y replantearte tus decisiones de vida, no lo están haciendo bien. En Asia Central, su especialidad es el kumis, que es leche de yegua fermentada, porque creen que porque no los mata los hace más fuertes (cuando en realidad los está haciendo zombies).

América

Gastronomía mexicana: Los deliciosos tacos al pastor, preparados por un experto y guapo taquero.

El plato principal suele consistir en algo que los nativos han estado comiendo durante milenios, pero que los turistas juran haber descubierto la semana pasada.

En América del Norte, los canadienses se especializan en verter jarabe de arce sobre cualquier cosa comestible o no y llamarlo "desayuno". Sus vecinos del sur han perfeccionado el arte de hacer que todo sepa a libertad (léase: grasa). México, mientras tanto, ha declarado una guerra contra las papilas gustativas con su lema oficial: "Si no pica, no es comida".

En Centroamérica, han convertido el acto de envolver comida en hojas de plátano en una forma de arte, incluyendo pero no limitándose a todo.

En Sudamérica los brasileños creen que cualquier cosa puede ser una sopa do macaco. Argentina ha declarado la carne de vaca como su propia pirámide alimenticia (sustituida por la polenta hasta nuevo aviso en el año 3000). Perú encontró una forma económica de comer pescado crudo que no sea sushi. Y en los Andes, el cuy es considerado una delicatessen, porque alguien miró a su mascota un día y pensó: "Hmm, me pregunto cómo sabrá esto a la parrilla".

Vea: Cocina mexicana (platillos mexichangos)‎, Comida chilena (platillos chilenos), Gastronomía de Canadá, platillos de Argentina, platillos de Colombia, platillos de Ecuador, platillos del Perú.

Europa

Gastronomía italiana: Un italiano viendo cómo le ponen piña a la pizza en otros lugares.

Desde caracoles bañados en mantequilla hasta pescado fermentado, la cocina europea es una competencia para ver quién puede hacer que los ingredientes más desagradables sepan a lujo. El plato principal suele consistir en algo que tus antepasados comían durante las hambrunas, pero ahora cuesta más que tu alquiler mensual.

Los franceses se especializan en salsas que requieren más tiempo de preparación que la construcción de la Torre Eiffel. Los italianos han perfeccionado el arte de convertir la harina y el agua en 500 formas diferentes de pasta que extrañamente no saben igual (tendrá que ver con el sudor y sangre que el pone el chef). Los británicos son conocidos por su habilidad para hervir cualquier sabor fuera de la comida. Y los nórdicos se enorgullecen de su "nueva cocina", que consiste en forrajear en el bosque y llamarlo cena gourmet.

Vea: Comida italiana, Gastronomía de Inglaterra y platillos españoles

Oceanía

Desde el desagradable Vegemite hasta pasteles de carne flotando en sopa de guisantes, la cocina de Oceanía es la prueba viviente de que el aislamiento geográfico puede hacer cosas extrañas a tu paladar. El plato principal suele consistir en algo que probablemente estaba saltando hace unas horas, servido con una guarnición pseudocomestible.

En Australia, se especializan en poner huevos fritos en hamburguesas y llamarlo innovación culinaria. Los neozelandeses han perfeccionado el arte de cocinar cordero de todas las formas imaginables (y algunas inimaginables). Mientras tanto, en las islas del Pacífico, si tu comida no viene envuelta en hojas de banana y cocinada en un hoyo en el suelo, simplemente no puedes considerar que estás comiendo. Y no olvidemos la famosa fruta del pan, que no es ni fruta ni pan, pero de alguna manera logra ser menos apetitosa que ambos.

En el arte

Afiche publicitario de Campbell's. Obsérvese a la mascota de la compañía sonriendo con aire de superioridad, como diciendo "Sí, soy una sopa enlatada y estoy en un museo. ¿Qué has logrado tú hoy?"

La gastronomía en el arte es la disciplina que combina el hambre con el deseo inexplicable de no comer lo que tienes delante. Los efectos en el público pueden ser variados: desde la sorpresa hasta el asco, pasando por el hambre o el sueño.

Algunos de los ejemplos más famosos de este dudoso género artístico incluyen:

  • "La última cena" de Leonardo da Vinci: Una pintura que muestra a Jesús y sus amigos comiendo pan y vino, probablemente preguntándose por qué no pidieron pizza. Algunos expertos afirman que hay un código secreto escondido en ella, otros que hay un plato de patatas fritas anacrónicamente colocado, y otros simplemente se preguntan por qué nadie está comiendo pasta en una pintura italiana.
  • La sopa Campbell de Andy Warhol: Una serie de latas de sopa repetidas hasta el infinito, o hasta que te den ganas de comer sopa, lo que ocurra primero. Algunos dicen que es una crítica al capitalismo, otros que es una burla al arte, y otros simplemente piensan que Warhol realmente, realmente amaba la sopa de tomate.
  • El banquete de Daniel Spoerri: Una instalación que consiste en una mesa con los restos de una comida pegados a ella. Algunos dicen que es una metáfora de la vida, otros que es un desafío a las convenciones artísticas, y otros simplemente piensan que es una forma muy elaborada de evitar lavar los platos.
  • El chocolate de Vik Muniz: una serie de fotografías que recrean imágenes famosas usando chocolate como material. Algunos dicen que es una forma de homenajear a los artistas, otros que es una forma de reinventar el arte, y otros simplemente se preguntan si pueden lamer las obras después de la exposición.

Véase también