Tiburón (película)

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Cámara ícono.png
Tiburón
Street Shark
Espantatiburones.jpg
Ficha técnica
Dirección Steven Spielberg
Producción Steven Spielberg
Intérpretes El tiburón como el tiburón
Guión Jacques Costeau
Música Rubén Blades
País link={{{3}}} El Imperio
Fecha de estreno 1975
Género Documental
Calificación 4 mordidas
Premios No sé
Cita3.png¿Tiburón? Sí, muy buena película. La mejor parte es cuando sube al edificio ese de New YorkCita4.png
George Bush sobre la película Tiburón
Cita3.pngYa comí ayer pescado.Cita4.png
Chuck Norris cuando le ofrecieron matar al tiburón.
Cita3.pngLo fabriqué con papel de aluminio y botes de Lacasitos. Spielberg quedó encantadoCita4.png
McGyver sobre la fabricación del tiburón
Cita3.pngTenía uno como esos en la pecera de mi casa. Me lo comí por NochebuenaCita4.png
Jacques Cousteau sobre el tiburón

Tiburón: película de Steven Spielberg que trata de tiburones que muerden y se alimentan de carne.

Introducción

Antes, mucho tiempo antes de que Spielberg se hiciera colega de los dinosaurios “abre-puertas”, ya había cosechado éxitos a base de aterrorizar al hombre de a pie con sus animalillos grotescos, y no estoy hablando de E.T. Todo el mundo recordará con amargura aquél verano de 1975 en el que la película “Tiburón” hizo que cada uno de nosotros tuviera la certeza de que un temible escuálido acechaba en las profundidades de nuestras queridas playas, en las tranquilas orillas o incluso en las bañeras con tanta espuma que no permitía que vieras el fondo. Y es que el simpático de Spielberg no se conformaba con un simple tiburoncillo, no. Él tenía que hacer EL TIBURÓN. Todavía hoy los dueños de los chiringuitos le tiran cangrejos y pechinas cuando lo ven acercarse. Y es que el tiburón de Spielberg asustó a todo el mundo porque no era un bicho cualquiera: creado a partir de unos planos y bocetos de McGyver, este animal iba por faena. Antes de que los personajes se metieran en el agua, el espectador podía ver como asomaba el hocico y los miraba ansioso. Pero no adelantemos acontecimientos.

La cosa empieza divertida

A este hombre el tiburón le comió una oreja

La película comienza mostrándonos a unos cuantos amiguetes divirtiéndose en la playa, hasta que dos de ellos, chica y chico, salen corriendo a un lugar más alejado. Aquí el espectador se empieza a animar, la cosa se pone interesante. Los jóvenes comienzan a desnudarse mientras corren y el espectador ya está seguro que se ha equivocado de sala, “pero bueno, ya que estamos aquí, seguiremos mirando a ver que pasa.” Eso, mira, mira. Entonces la chica, fumada perdida feliz y animada, se mete en el agua, en una de esas playas en las que nada más entrar ya puedes practicar el buceo a grandes profundidades. Nuestro amigo, que parece menos fumado más espabilado, ya se huele el pastel y se hace el mareado, dejándose caer en la orilla. La chica sigue nadando mar adentro, pidiéndole a su “amigo” el mareado que entrara con ella. El tiburón, harto de tanta tontería, entra en acción y engulle a la chica sin ningún miramiento.

Al día siguiente vemos al héroe de la película, el jefe de policía Martín Brody, un hombre al que no le gusta nada el mar pero que incomprensiblemente se va a vivir a una isla, seguramente huyendo de la gran ciudad y los asesinatos, o de la montaña y el Pies Grandes. Nada más levantarse se reúne con el listo de la orilla que ha denunciado la “desaparición” de la chica devorada por el tiburón y encuentran un trozo de ella en la playa. El jefe Brody, que es amigo personal del detective Colombo, enseguida adivina que eso es obra de un tiburón. De modo que decide cerrar las playas y asunto resuelto. Si no hay playa, la gente no se baña, y si no se baña, el tiburón no come, y sino come, pues no hay tiburón que valga. El alcalde de las cuatro calles de mierda la población, que roba los felpudos de las casas para hacerse las chaquetas, se niega, naturalmente. Una cosa es prevenir más muertes y otra arruinarse. De modo que las playas se vuelven a abrir y, como prevención, el hombre felpudo aconseja que la gente se bañe en la orilla. Pero no tiene en cuenta que en sus playas no hay orilla, uno entra y ya se encuentra en mar abierto. Así que el tiburón, que se percata de que vuelve a haber movimiento de piernas en el agua, empieza a hacer de las suyas. Esta vez se come a un perro (cada uno come lo que quiere) y a un niño (si lo hiciera fuera del agua estaría en la cárcel). La cosa se le pone fea al escuálido, ya que, además de por asesinato, ahora también lo buscan por pederastia. No se le aplicaron cargos por lo del perro ya que días después se descubrió que este había ido a buscar el palo que el cabrón de su amo había tirado demasiado lejos y murió en el intento. El amo está en la cárcel por ello, recogiendo los palos que sus compañeros tiran al suelo de las duchas.

La cosa se pone fea

El alcalde, con chaqueta color mierda, da el discurso. A su lado uno se duerme y el de la derecha de la foto piensa porque el tiburón no se lo comió a él

Los habitantes del pueblo, deciden que las playas sigan abiertas y ofrecen una recompensa para el que cace al tiburón. Así que, armados con sus cañas de pescar, los más valientes se dirigen hacía los muelles; pero en la puerta se encuentran con el abuelo del capitán Pescanova: el capitán Quint, el cual les asegura que el cazará sin problema alguno al tiburón siempre y cuando le permitan quitarse la camiseta cuando vaya a la playa. Los pueblerinos le dicen que sí como a los locos y emprenden de nuevo el camino a los muelles, mientras el capitán Quint les amenaza con su gorra acartonada por la mierda. Haciendo caso omiso a lo que el de la gorra sucia les gritaba, comienzan a tirar sus cañas al agua para ver si pica algo. Los más valientes incluso se montan en sus barcas. Obviamente, el tiburón se come a algunos, no se podía esperar menos de él.

Como el jefe Brody no se fía ni un pelo, llama a un especialista en tiburones: Matt Hooper, el cual resultó ser un aguafiestas además de un tío muy raro. El día que llegó fue el mismo que cazaron al tiburón, y fue él mismo el que dijo que lo que habían cazado era un delfín, y que a ver si tenían más cuidado con las cañas porque las cargaba el diablo. De modo que el peligro vuelve a estar presente y además el jefe Brody se lleva un buen soplamocos de parte de la madre del niño devorado por el tiburón, ya que ella cree que fue el policía quien realmente se comió a su hijo.

Brody está a la que salta, destrozado de los nervios, y por eso le ponen a vigilar las playas. Craso error, ya que en cuanto ve con sus prismáticos la sombra de alguna sardina más grande de lo normal, da la voz de alarma y empieza a patalear y rodar por la arena, eso sí, sin acercarse siquiera al agua.

Brody y su amigo sin oreja

Se comenta que aquellos días ni se duchaba y que por eso el tiburón ni le miró siquiera durante la película. El jefe Brody se convirtió en un hombre solitario al que no se le acercaba nadie, exceptuando al feo de la barba al especialista en tiburones y al capitán Quint, que como también era sucio, se entendía muy bien con él. Por eso, los tres hombres se alían para dar caza de una vez por todas al tiburón. Se montan en el barcucho de cartón de Quint y emprenden la marcha.

La cosa se acaba

Las cañas de pescar de Quint son más buenas y por eso el tiburón pica más veces. Pero siempre escapa, no sin antes llevarse consigo un par de barriles con el mejor licor del marinero. Esto le mosquea sobremanera y obliga a Hooper a meterse en una jaula y tirarlo al mar para que recupere los barriles y, de paso, intentar matar al animal. El barbas acepta encantado (ya dije antes que era un tipo raro) y se mete en la jaula de los monos armado con un arpón. Hooper, que creía que iba a cazar ballenas, ve acercarse al bicharraco directito hacia él. Como la cosa se pone fea por segundos, en cuanto el tiburón destroza un poco la jaula, nuestro hombre le clava un poco el arpón y se da el piro, escondiéndose detrás de unas algas y desentendiéndose del problema por completo. Arriba los dos hombres sucios esperan desquiciados a ver que pasa.

El tiburón se da a la fuga con el vino de Quint

A estas alturas están de tiburón hasta las narices y creen que se lo van a encontrar hasta detrás de las puertas o al abrir una olla o un armario. En estas están cuando el canguro tiburón salta encima del barco, partiéndolo por la mitad (normal), y comiéndose a Quint y su gorra churretosa. Como no encuentra a Hooper, el escuálido decide comerse al otro hombre sucio. Pero este le espera con una bombona de oxigeno, que le mete en la boca y la hace explotar haciendo gala de su gran puntería de policía de Nueva York. No obstante, entendidos en el tema afirman que cuando Brody mete la bombona en la boca del tiburón, este ya estaba más muerto que vivo a causa de la ingestión de Quint y su gorra.

Quint y su gorra en pleno momento de extasis

Hooper, que vio desde el fondo del mar Matarile rile rile como ocurría todo y como el escuálido explotaba como un petardo, sale a la superfície con los dos barriles de licor. Y aquí acaba la cosa, con la imagen de los dos amigos y los dos barriles nadando de vuelta a la isla.

La película es hoy en día considerada un clásico del cine, recordada con odio por los hosteleros de la costa y con cariño por los dueños de las piscinas municipales. Si todavía no la has visto, no se a qué estás esperando patán.

La cosa se reanuda